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DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD

  LA PESTE EN EL PARAGUAY: DE LA CRISIS SANITARIA A LA CRISIS POLÍTICA (1899) - Por DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD - Domingo, 18 de Abril de 2021


LA PESTE EN EL PARAGUAY: DE LA CRISIS SANITARIA A LA CRISIS POLÍTICA (1899) - Por DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD - Domingo, 18 de Abril de 2021

LA PESTE EN EL PARAGUAY: DE LA CRISIS SANITARIA A LA CRISIS POLÍTICA (1899)

 

Por DAVID VELÁZQUEZ SEIFERHELD

 

 

Mapa de la distribución de casos de peste bubónica en Asunción, elaborado por la misión médica argentina dirigida por el Dr. Carlos Malbrán, 1900

 

Entre abril de 1899 y febrero de 1900 tuvo lugar en el Paraguay un brote epidémico de peste bubónica. La temida peste llegó al país siguiendo la ruta comercial Asia-América o, si se quiere, India-Asunción. Su aparición causó espanto en una sociedad que conocía ya los efectos de otras enfermedades infecciosas, como la viruela, la influenza o el tifus, pero nunca había vivido la experiencia de la «peste negra». De hecho, el Paraguay fue el primer país en la historia de Sudamérica en experimentarla.

Todo comenzó con un cargamento de arroz, procedente de la India con destino al Paraguay, que arribó a los Países Bajos a inicios de 1899. Allí la carga fue trasladada al buque Zeir. En el trayecto desde Rotterdam hasta Montevideo, repostando en las Islas Canarias para aprovisionamiento, fallecieron dos tripulantes. Además, fueron hallados restos de ratas muertas en las bodegas. La muerte de los tripulantes no era inusual y nadie se imaginó que habría relación con la de los roedores.

Al llegar a Montevideo en los primeros días de abril de 1899 la carga fue nuevamente trasladada a otro carguero, sin haber descendido para inspección en la aduana local. Esta vez el Centauro transportaba, nuevamente y sin saberlo, carga contaminada… y ratas. Al llegar a Asunción dos marineros fallecieron entre el 26 de abril y el 3 de mayo. Un tercer marinero enfermo pudo recuperarse. Los diagnósticos fueron neumonía aguda, fiebre tifoidea y pleuritis, respectivamente Y, otra vez, fueron halladas ratas muertas en la bodega. Sus restos fueron arrojados al río Paraguay, mientras decenas de ellas se dispersaban por el puerto de Asunción y sus alrededores. Una vez más, nadie sospechó que existía una relación entre las enfermedades y las ratas.

Aceval: entre las precarias finanzas públicas y la tensión política

Emilio Aceval era el presidente de un país en dificultades. En agosto de 1899 los recursos públicos eran insuficientes para pagar los salarios del sector público y las obligaciones del Estado con los proveedores. El presidente comenzaba a sentir los efectos de la crítica periodística sobre su gestión. Este exitoso empresario ganadero, que estampó su firma en la fundación de la Asociación Nacional Republicana, había llegado a la presidencia luego de que, en setiembre de 1898, el Colegio Electoral lo proclamara ganador tras unas elecciones de candidatura única. Sucesor del general Juan B. Egusquiza, Aceval era uno de los hombres clave de la corriente liderada por el militar, de cuyo gobierno había sido ministro de Guerra y Marina.

Su gobierno era, al mismo tiempo, continuador de la política de pactos de su predecesor y el resultado de las negociaciones con la corriente adversaria dentro de la ANR, el caballerismo, cuyo líder era el siempre influyente general Bernardino Caballero. La composición inicial del gabinete de Aceval plasmó las tensiones d]entro de la política paraguaya: su vicepresidente, Andrés Héctor Carvallo, era caballerista; sus ministros Guillermo de los Ríos y José Urdapilleta, eran egusquicistas. El ministro de Guerra y Marina, Juan Antonio Escurra, era también entonces uno de los hombres de confianza de Egusquiza. José Zacarías Caminos era liberal cívico y el ministro de Relaciones Exteriores, José Segundo Decoud, había sido designado por la confianza en su dilatada trayectoria pública. Al nombrar a los miembros del Tribunal Superior de Justicia, Aceval optó por dos liberales cívicos: el líder del movimiento, el general Benigno Ferreira, y una figura de gran prestigio, Benjamín Aceval, su hermano. El tercer miembro del Tribunal fue el liberal radical Emeterio González.

La adhesión de Benigno Ferreira a la política de pactos del egusquicismo y la participación de los cívicos en el gobierno de Egusquiza produjo en el seno del liberalismo una profunda crisis entre cívicos (que apoyaban la política de acuerdos con los colorados) y los radicales, encabezados por Cecilio Báez, quienes descartaban toda posibilidad de participación. Esta crisis, insoluble, impidió la unificación liberal de cara a las elecciones de 1898, lo que benefició a Aceval pero debilitó relativamente su estrategia de pactos, debilidad que resultaría crítica y que aceleró el paso de la crisis sanitaria que la peste provocaría a la crisis política.

Noticias del Batallón

A mediados de agosto de 1899 la sociedad asuncena recibía preocupantes noticias del cuartel del Batallón 1º de línea, ubicado cerca de la barranca del río Paraguay. Casi 40 soldados habían sido víctimas de una «misteriosa enfermedad»: 12 de ellos habían fallecido sin que se conociera la naturaleza del mal. La primera reacción fue atribuir la enfermedad  a las condiciones higiénicas: el cuartel estaba desaseado, sin pintar y hacía tiempo que no era objeto de desinfección. Pero, además, varios soldados vivían en el barrio de La Encarnación cue, en los bajos del Palacio de López. Todas las miradas y críticas de la prensa apuntaron a las insalubres y ruinosas condiciones de vida del barrio como foco propicio para infecciones. Otra hipótesis sobre la desconocida «enfermedad reinante» era que la carne consumida en el cuartel, proveniente de La Tablada, estaba en mal estado, por lo que también los ataques periodísticos se dirigieron a la matadería.

 

Cuartel del Batallón 1ª Línea. Muñoz Editores, 1906. Colección David Velázquez Seiferheld

 

En agosto de 1899 Aceval reformó el antiguo Consejo de Medicina e Higiene Pública, creado en 1883, y lo sustituyó por el nuevo Consejo Nacional de Higiene. Inmediatamente convocó a todos los profesionales de la ciudad a analizar la enfermedad para determinar con exactitud su naturaleza. Mientras tanto, el nuevo Consejo y la municipalidad adoptaron medidas drásticas: se ordenó la demolición del caserío de La Encarnación cue, bajo protestas de las mujeres que eran propietarias de la mayoría de los ranchos. La municipalidad no cedió: 199 viviendas fueron demolidas. Los pobladores del barrio fueron trasladados a la Chacarita y a Loma Clavel.

Se prohibió a las lavanderas que realizaran sus labores en las costas de la ciudad sobre el río Paraguay, así como en los arroyos, manantiales y fuentes cercanas. Se dispuso el vaciamiento y la limpieza de los pozos. Además, se ordenó la desinfección y el blanqueamiento del cuartel, el traslado de los soldados enfermos a San Lorenzo de Campo Grande y la desinfección y blanqueo de todas las casas de la ciudad.

De «mal reinante» a peste bubónica

El 2 de setiembre el gobierno paraguayo toma conocimiento de que un joven había enviado desde Asunción a su padre, que estaba en Buenos Aires, un telegrama informándole sobre la grave enfermedad padecida por su hermano. El cable llega a conocimiento del gobierno argentino. Para la Argentina no hay dudas de que se trata de peste bubónica. Ese mismo día, 2 de setiembre, el ministro del Interior Guillermo de los Ríos ordena a los agentes consulares del Paraguay en Montevideo y Buenos Aires el desmentido de los rumores sobre la circulación de la peste en el país. Es tarde: el 4 de setiembre la Argentina dispone la clausura de sus puertos a las embarcaciones procedentes del Paraguay y la vigilancia militar del río. Tras frenéticas gestiones, ese mismo día 4 de setiembre Paraguay acuerda recibir una misión médica científica argentina para estudiar los casos. El 5 de setiembre, ante nuevos casos de «el mal reinante», el Consejo Nacional de Higiene y la Dirección General de Escuelas resuelven la clausura de las instituciones educativas, la desinfección y el blanqueamiento de los locales escolares y el adelantamiento de los exámenes finales.

El 14 de setiembre llegan al Paraguay Otto Vogues y Juan Carlos Delfino, los primeros médicos de la misión argentina. Traen consigo el equipamiento necesario para los análisis bacteriológicos, entonces inexistente en el país. Cuatro días después de autopsias y análisis de muestras, más entrevistas y observaciones, la conclusión del equipo médico es categórica: es una forma benigna de peste bubónica. Algunos médicos del Consejo Nacional de Higiene del Paraguay se resisten a aceptar el veredicto. Otros referentes, como Héctor Velázquez, que habían aguardado prudentemente el resultado de los análisis, lo estudian y aceptan.

Los diarios hacen de «el mal reinante» un motivo central de sus publicaciones. La Democracia, el decano de la prensa paraguaya, identificado con el Partido Liberal, ataca duramente a Aceval y lo acusa de ineficiencia en el tratamiento de “el mal”. Además, sostiene la tesis contraria a la de la peste, reproduciendo los testimonios de los médicos españoles residentes en el país, Barradas y García Rubio. El Consejo asume los resultados y el 18 de setiembre se declara oficialmente la presencia de la peste bubónica en el Paraguay. La Prensa, diario dirigido por Blas Garay, acepta el veredicto científico sin reservas y en adelante sus páginas brindarán amplio espacio a versiones taquigráficas de entrevistas con varios profesionales y a artículos sobre la peste, al tiempo que exige a Aceval que logre resultados positivos.

 

El trabajo de las lavanderas en las costas del río Paraguay, en arroyos, manantiales y fuentes, fue prohibido. Foto: Auguste François, 1895. Cortesía Asociación Auguste François.

 

Los puertos europeos, por su parte, también comienzan a cerrarse a las procedencias paraguayas. El comercio formal y el no formal comienzan a sentir los efectos del bloqueo. Las lavanderas asuncenas, centenas de ellas practicantes del oficio, buscan nuevos lugares donde realizar el trabajo que permita producir ingresos, pero las autoridades locales de Luque, San Lorenzo, Limpio y otras ciudades prohiben el ingreso y el lavado de ropas provenientes de Asunción.

Crisis en las instituciones

A fines de setiembre de 1899 el Consejo está desbordado. El presidente convoca entonces a sumarse a dicho organismo a los doctores Facundo Ynsfrán y Héctor Velázquez. Ynsfrán había sido vicepresidente de Egusquiza, era senador y en 1898 había impulsado la reactivación de la entonces irregular Facultad de Medicina. Velázquez, por su parte, era una figura profesional, académica, que también gozaba de amplio reconocimiento. Ynsfrán es designado presidente ad hoc y su primera decisión es crear un Departamento de Desrratización y Desinfección dependiente del Consejo. La cacería de ratas en toda la ciudad adquiere rasgos hasta de entretenimiento público y los periódicos publican burlas al respecto. Cientos de ratas son eliminadas a diario.

 

 

Emilio Aceval, Facundo Ynsfrán, Juan Sinforiano Bogarín. Álbum Gráfico, 1911. Cortesía

 

 

En los primeros días del mes de octubre La Democracia pide al presidente Aceval que renuncie por su incapacidad para manejar la crisis que era, en realidad, la acumulación de la crisis financiera más la crisis sanitaria. Aceval resuelve convocar al Congreso para pedir autorización para contratar un crédito público de 10 millones de pesos fuertes para el pago de salarios públicos y el cumplimiento de las deudas pendientes con los proveedores del Estado. La propuesta presentada por Aceval solamente logra aumentar las críticas: La Democracia acusa al presidente de preocuparse solo por la burocracia pública y el entorno del Estado. Reclama más crédito para obras indispensables: un muro de contención en los bajos del palacio para evitar la acumulación de agua y basura, empedrado en los principales sitios de la ciudad y obras de higiene.

La crisis sanitaria también produce situaciones inéditas en el marco del funcionamiento de las precarias instituciones de salubridad pública. El Consejo determina que sus integrantes pueden ingresar por la fuerza a las casas donde se sospeche que existan casos, contando con apoyo de la fuerza pública si fuera necesario, para atender y aislar a los enfermos, lo que desde La Prensa se considera inconstitucional. El médico García Rubio, contrario a la tesis de que se trata de peste bubónica, señala públicamente que no recomendará la administración de suero antipestífero a los pacientes, lo que genera un conflicto al interior del Consejo entre la ética profesional y los derechos individuales contra el argumento de la prioridad de la salud pública. Cecilio Báez argumenta a favor de García Rubio, pero no en torno a la enfermedad, sino en torno al derecho que tiene todo profesional a emitir opiniones científicas sin interferencias.

También hay debates sobre el alcance de las competencias del Consejo y las municipalidades en el campo de la higiene pública. En Pilar, las autoridades locales prohiben el ingreso de mercaderías y productos de Asunción, medida que es inmediatamente desautorizada y anulada desde el Consejo Nacional de Higiene, que argumenta que las autoridades locales no tienen tales atribuciones. En Encarnación, el comandante militar y jefe político Francisco Rodríguez actúa con celeridad y, logrando el apoyo de la ciudadanía, establece un eficiente sistema para prevenir la aparición de la peste en la villa y en los distritos cercanos.

La crisis social

La crisis continúa y crece en Asunción. Hay oposición a medidas del Consejo Nacional de Higiene, pero por parte de la ciudadanía: cuando el gobierno anuncia la compra de propiedades para la habilitación de un lazareto en Berges cue y un hospital militar en Cancha Sociedad, los residentes en los alrededores de ambos sitios se oponen. Consideran que se propiciaría la aparición de nuevos focos de infección. En un intento por impedir la instalación de dichos servicios, los vecinos pudientes ofrecen al propietario de los terrenos comprarlos al mismo precio que el Estado había ofrecido. De todos modos, el Consejo Nacional de Higiene se ratifica en la propuesta y adquiere ambos inmuebles.

Las autoridades municipales de la capital y el Consejo Nacional consideran que la demolición es un procedimiento muy lento para resolver con prontitud los problemas de la peste, por lo que se resuelve incendiar los ranchos y las casas afectadas. A diario, ropas y basuras provenientes de estas viviendas quemadas o aisladas son enviadas a los hornos crematorios existentes en La Encarnación, San Roque y Tacumbú. Se profundiza la miseria de las familias más vulnerables y crece el estigma sobre ellas.

Los periódicos publican diariamente los partes oficiales de personas enfermas y fallecidas. Pero además publican, de oficio, las denuncias que reciben sobre casos sospechosos, lo cual provoca huidas, alejamientos, entierros nocturnos y ocultamiento de casos. El Consejo entonces endurece las medidas de ingreso a las casas. El gobierno dispone ante el obispo de Asunción la suspensión de las misas y principales fiestas religiosas, especialmente la de la Virgen de Caacupé, para evitar aglomeraciones. El prelado, que estaba enfrentado al gobierno desde la aprobación de la ley de matrimonio civil en diciembre de 1898, acepta con reservas la decisión.

 

 

En los mercados también las vendedoras sufrieron las restricciones. Foto: Auguste François, 1895. Cortesía Asociación Auguste François

 

Asunción está paralizada: casi nadie transita sus calles. El tranvía, vacío, hace su  recorrido cotidiano tras ser diariamente desinfectado. Sin embargo, en los últimos días de noviembre comienzan a disminuir los casos, aunqueno el descontento. Mientras, continúa su tarea la misión médica argentina: el total del contingente está liderado por el Dr. Carlos Malbrán; su presencia es vista con ambigüedad. Unos, como el sector del comercio y el obispo de Asunción, monseñor Juan Sinforiano Bogarín, consideran a la misión médica argentina como responsable de los males que son, desde luego, de diverso orden: para el sector comercial, responsable del daño económico y para monseñor Bogarín, de lo que considera ataques a la religión. Otros, sin embargo, sostienen que el comportamiento de la misión es irreprochable: sus integrantes trabajan tanto como sus pares paraguayos, han traído equipos fundamentales y novedosos en el país para luchar contra la pululación de ratas, sus partes son objetivos y no pocas veces, incluso, desmienten supuestas declaraciones no realizadas pero aparecidas en la prensa paraguaya y argentina.

Crisis política: el golpe es inminente

El Hospital de Caridad está rebasado: fallecen un funcionario y dos monjas que atendían a los enfermos. Las acciones de las entidades de beneficencia se multiplican: organizaciones femeninas católicas de caridad y masónicas masculinas hacen llegar sus aportes y donaciones. Incluso en Montevideo y Rosario se forman asociaciones de apoyo a las víctimas paraguayas de la peste que hacen llegar sus contribuciones al país.

Es importante recordar que también, a fines de setiembre, la misión médica ha logrado reconstruir, trazar, la ruta comercial que permitió el arribo de la peste al país. Cuando ya se habla en todo el mundo de la «plaga paraguaya», la investigación muestra con precisión su origen en la India, a la que llegó a su vez tras la expansión de un brote, inicialmente epidémico, acaecido en China en 1855.

Volviendo al relato, en previsión de la posibilidad de nuevos brotes, Aceval dispone que el ministro en París, Eusebio Machaín, y el Dr. Pedro P. Peña entren en contacto con el Instituto Pasteur de Francia para crear un centro bacteriológico en el Paraguay. La misión de Machaín y Peña tiene como resultado la contratación del bacteriólogo armenio Miguel Elmassian, quien llega al país a inicios de 1900 para hacerse cargo de la creación y dirección del Instituto Bacteriológico Nacional. Además, el Instituto Pasteur envía nuevas dosis de suero antipestífero. A finales del año 1899, en los últimos días de diciembre, la misión argentina concluye sus actividades y regresa a su país.

A inicios de enero de 1900 las críticas son tales que la posición de Aceval parece insostenible y es inminente no un juicio político de destitución, sino un golpe del caballerismo o una renuncia del Presidente. Todo el gabineteministerial pone a disposición sus cargos en la búsqueda de una salida política a la crisis, pero es Egusquiza quien frena las renuncias y logra sostener al presidente. Fracasa un nuevo intento de resolver los problemas financieros mediante una convocatoria al Congreso Nacional. El país está al límite de sus posibilidades.

El gobierno se sostiene. El final de la peste

Durante todo enero de 1900 la disminución de casos continúa y el presidente Aceval logra superar temporalmente la crisis. A mediados de febrero, tras 20 días sin casos registrados, el Paraguay está libre de la peste pero la opinión pública todavía escucha la Pastoral de Cuaresma de monseñor Bogarín, que advierte sobre la gravedad de la situación sanitaria y la crisis del país. Con prudencia se van levantando las restricciones sobre el Paraguay. Sin embargo, como la peste finalmente aparece también en otros puertos, como Santos (proveniente de Oporto), Rosario, Montevideo y Buenos Aires, es esta vez el Paraguay el que establece cuarentenas sobre productos procedentes de dichos puertos. Un brote surge en Asunción el 24 de julio de 1900, pero la rápida intervenión del equipo liderado por el Dr. Elmassian permite que menos de un mes después, el 16 de agosto, se levante la cuarentena.

114 personas fallecen entre abril de 1899 y febrero de 1900. Doce más en el segundo brote del mes de julio. La lección es muy dura para la región. El 9 de marzo el cónsul estadounidense Ruffin informa a su gobierno que aguarda de un momento a otro la declaración oficial del final de la peste, tras 20 días sin casos:

«el comercio ha sido el más severamente afectado hasta aquí. Hasta por cuatro semanas no hemos recibido correspondencia. El primer barco que trajo cartas trajo 116 bolsas. Parecía que cortamos el contacto con el mundo completamente. El 20 de febrero, las instrucciones sanitarias de la Argentina fueron que la yerba mate, tabaco, pieles secas y cueros deben someterse a desinfección de 24 horas bajo acción solar, y las pieles y cueros salados deben someterse a desinfección de diez minutos de sublimación corrosiva, y las maderas a una rigurosa inspección para evitar que sean madrigueras de ratas».

La experiencia capitalizada se convierte en un acuerdo negociado entre setiembre  de 1900 y enero de 1901 entre el Paraguay, la Argentina y el Uruguay, que determina que en lo sucesivo no declararán unilateralmente las cuarentenas, que ellas no se extenderán más allá de los sitios afectados, salvo que se compruebe que son focos de expansión, y que la implementación de cuarentenas y/o clausuras será solo posible mediante declaraciones oficiales.

La peste bubónica fue endémica en el Paraguay entre 1899 y 1928, apareciendo brotes anuales en los que el número de víctimas fatales fue muy inferior. El último caso, individual, de peste bubónica se registró en 1932.

 

* David Velázquez Seiferheld (Asunción, 1971) es historiador, académico correspondiente de la Academia Paraguaya de la Historia, miembro fundador del Comité Paraguayo de Ciencias Históricas (CPCH), socio de la Sociedad Argentina de Historia de la Educación (SAHE) e investigador de las universidades nacionales de Villarrica del Espíritu Santo y de Pilar.

 

Nota de edición: Este artículo es un resumen de la conferencia dictada por el autor el 7 de abril de 2021 para la Academia Paraguaya de la Historia.

 

Fuente: www.elnacional.com.py

Sección CULTURA

Domingo, 18 de Abril de 2021

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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