VIRUS STRONISTA NO MUERE
Por ILDE SILVERO
ilde@abc.com.py
Sí, ya pasaron 31 años desde la caída de la más cruel y sangrienta dictadura que padeció nuestro país bajo las garras del General Alfredo Stroessner, pero su sistema totalitario no ha muerto. El pensamiento fascista, la corrupción sistémica en el gobierno y la “cultura” del coloradismo eterno en el poder aún siguen vigentes en nuestra sufrida nación.
Para las nuevas generaciones, para quienes tienen menos de 40 años, el stronismo puede significar una lección de historia, alguna leyenda de tiempos antiguos o esporádicos plagueos del abuelo en una ronda de amigos. Quienes arrastramos más de medio siglo de vida, sabemos que el stronismo se constituyó en la página más negra del Paraguay desde mediados del siglo XX y que no ha concluido.
La “cultura” stronista está presente en la actuación de muchas de nuestras autoridades y también en el pensamiento y los hábitos de vida de miles de personas comunes.
En la esfera de las autoridades, el stronismo implantó la convicción de que los cargos públicos constituyen un botín de guerra para los que llegaron al poder y que los fondos de las instituciones estatales deben ser repartidos entre los integrantes de la claque gobernante. Ser dirigente político conlleva, en la mentalidad stronista, enriquecerse ilícitamente lo más que se pueda en el menor tiempo posible.
El stronismo caló hondo en la mentalidad popular que ve como algo natural que las autoridades roben y que cuando llegan los tiempos electorales las adhesiones políticas se venden al mejor postor, incluso, a veces, a dos o tres candidatos al mismo tiempo.
El stronismo significa imponer candidaturas, comprar votos, financiarse con plata de contrabandistas y narcos, abusar del poder, enriquecerse ilícitamente, dar palo a los opositores, etc. Ser stronista era agitar la bandera y el pañuelo colorados, hacer hurras, acudir obligados a las concentraciones partidarias, pintar el país como un paraíso y utilizar las mentiras diariamente en los medios de comunicación.
Es cierto que las prácticas más despóticas e inhumanas ya no existen: detenciones arbitrarias, hostigamiento público a disidentes, encarcelamiento sine die de los contreras, exilio, atroces torturas y asesinatos de dirigentes opositores, etc.
Sí persiste una herencia cultural, casi genética, de que para triunfar en esta vida no hacen falta estudios, buena educación, trabajo honrado y esfuerzo personal. Es suficiente con lograr que algún padrino te meta en la función pública y ahí hagas carrera uniéndote a la gavilla de los ladrones del erario estatal.
Dicha mentalidad impulsa el agrandamiento continuo del funcionariado público, el acogotamiento con tributos del sector privado y la continuidad de un sistema social en donde la educación, la salud, la nutrición, la vivienda y el empleo digno de las clases populares no constituyen prioridad para el gobierno ni para nadie.
La ideología stronista se resiste a desaparecer; la visión dictatorial y sectaria del “Único Líder” aún tiene vida en la actuación de algunas autoridades y de muchos ciudadanos comunes. Tal vez necesitamos otros 30 años para que este maldito virus desaparezca de una vez.
Fuente: ABC Color
www.abc.com.py
Sección OPINIÓN
Domingo, 02 de Febrero de 2020
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