Portal Guaraní - DE ALTERNANCIAS Y MARISCALATOS - Por ANÍBAL SAUCEDO RODAS

Con una capacidad pedagógica excepcional, un brillante Óscar Paciello Candia (1932-1998), con su fino bigote y peinado a lo Clark Gable, nos ponía en clave de sencillo las complicadas teorías de la comunicación en la carrera de Periodismo, en los lejanos años de la segunda mitad de la década de los 70. “Lo que nos está diciendo Dumazedier (Joffre, sociólogo francés ya fallecido) –explicaba– es que el mensaje se separa en dos categorías: una denotativa, que es fácilmente comprensible por todos, y una connotativa, cuyo significado está fuertemente relacionado no solo con el hecho, sino con la personalidad, las impresiones y los intereses del emisor”. Y, luego, establecía el concepto del doble significado: uno superficial o aparente y otro profundo o latente. Es decir, en cada mensaje subyace una segunda interpretación, como en un maletín con falso fondo, que desnuda el verdadero propósito de la versión que emerge sobre el rostro del agua. En ese cuadro de referencia hay que analizar los signos que apuntan a reconstruir el escenario similar a las elecciones generales del 9 de mayo de 1993, proyectando la percepción de una inminente derrota del candidato de la Asociación Nacional Republicana (ANR). Con la novedad de que, a la reprisada infernal batalla mediática, ahora se sumó una embajada extranjera, específicamente la de Estados Unidos de América, en la función de vocera de su gobierno, como parte de la obra “agenda de la alternancia”. Más una “calificadora internacional”, Fitch Solutions, que ya “adivinó” que ganará Efraín Alegre. Sin olvidar la constante conspiración interior de parte de aquellos que no estaban preparados para el descalabro electoral, como el actual mandatario, Mario Abdo Benítez, y de ese caballo de Troya dentro del proyecto de Santiago Peña, el ex presidente de la República, Nicanor Duarte Frutos, ambos con un discurso tóxico, y en el caso de este último, zigzagueante y trastornado.

Lo bueno para detectar connotaciones y leer mensajes profundos y latentes es que los medios que apoyan al candidato de la Concertación Nacional opositora, Efraín Alegre, utilizan el mismo lenguaje. Por tanto, es más fácil descifrarlo hasta para el más incauto de los lectores. Digo lectores porque haré referencia a dos diarios específicamente como cabezas de dos cadenas mediáticas que declararon públicamente, aunque sin decirlo, su devoción por el también presidente del Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA). En las internas coloradas se jugaron por el elegido en segunda instancia por Abdo Benítez; es decir, Arnoldo Wiens. Y perdieron. Ahora la consigna es evitar el triunfo de Santiago Peña. El lunes 19 de diciembre, Última Hora fue un poco más comedido en sus titulares. Pero la idea de establecer una polarización entre dos candidatos ya estaba haciendo ebullición: “En la ANR eligieron a Peña y la Concertación optó por Alegre”. En su bajada, periodísticamente hablando, sin embargo, insinuaba la posibilidad de “unir a la oposición en torno a una sola candidatura”. Abc Color fue más obsceno: “Alegre y Peña pelearán la presidencia en 2023″. Euclides Acevedo y Paraguayo Cubas son apenas dos epifenómenos. Accesorios electorales que solo serán útiles si se suman a su candidato (al de estos medios). El mío, no hace falta aclararlo, es Santiago Peña.

A esta manipulada campaña se sumó un conglomerado de cinco entidades que se atribuye la representación de la “sociedad civil” (Desarrollo en Democracia-Dende, Horizonte Positivo, Club de Ejecutivos del Paraguay, Fundación CIRD y la Asociación de Empresarios Cristianos-ADEC) y que decidió suspender el debate porque el candidato del Partido Colorado condicionó –no rechazó ni rehúye– que también sean invitados Euclides Acevedo y Paraguayo Cubas. La digitación de participantes del debate, cuando menos, es arbitraria, discriminadora y antidemocrática. La tentación autoritaria salta donde menos se la espera. La pretensión de generar una polarización entre Peña y Alegre –sumándose a los diarios ya mencionados– ni amerita una lectura comprensiva. “Cartista ‘Santi’ Peña huye del debate presidencial y lo califican de títere”, titula Abc Color. “Efraín cree que Peña no se anima a debatir para encubrir a Cartes”, aporta Última Hora, aunque en otra página demuestra más honestidad: “Peña se niega a un mano a mano con Efraín y se cancela el debate”. En el fondo, el debate se canceló porque así lo decidieron los organizadores cuando sus sesgadas ambiciones no prosperaron. El escándalo podría, eventualmente, sumar algunos decimales a Alegre. Pero como no tienen el patrimonio de los debates, otros podrían coordinarlos. Y con los cuatro. O cinco. Si así ocurriera, veremos qué responde Efraín.

En cuanto a los francotiradores internos de Santiago Peña, en primer lugar está Abdo Benítez, quien no pierde ocasión para tratar de demeritar al candidato del Partido Colorado y por el que “votará cerrando los ojos”, que es muy diferente a decir “con los ojos cerrados”. Alega que “desea” que gane su partido, pero que no debemos asustarnos de la alternancia en una democracia. Y doctrinariamente tiene razón. Pero no es la doctrina sino el resentimiento el que predomina en Marito. El mensaje profundo es que el presidente de la República prefiere ostentar el estigma de segundo “mariscal de la derrota” antes que gane su enemigo. En el otro extremo está Nicanor Duarte Frutos, un hombre que no puede dominar su propia lengua. Tiene la idea fija de separar a Santiago Peña del presidente de la Junta de Gobierno, Horacio Cartes. Anda orbitando sin rumbo cierto para acoplarse en solitario al hombre que había injuriado sin compasión. Y, como él mismo se define, aunque es probable que no lo sepa: “Cuando en política no hay argumentos, se recurre a la guerra sucia”. Es exactamente lo que él hizo en las internas. Es parte del síntoma que confirma la enfermedad. Buen provecho.

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