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ALBERTO LUNA

  SIEMPRE ES AHORA - Poemario de ALBERTO LUNA PASTORE - Año 1999


SIEMPRE ES AHORA - Poemario de ALBERTO LUNA PASTORE - Año 1999

SIEMPRE ES AHORA

 

Poemario de ALBERTO LUNA PASTORE

 

ARANDURÃ EDITORIAL

Asunción, 1999, 86 páginas.

 

 

 

 

EN AGUA LA BOCA

 

 

"Me sedujiste Señor

y me dejé seducir"

 

Jeremías 20, 7.


 

 

 

 

El ansia

                                             

Como adolescente en tierno ardor   

temblando entre tus brazos ya sin peso

me abandoné al arrullo tibio, preso

de tu pecho, rendido a ti amador.

 

Y eras tú en un instante azul candor

plena quietud, jamás probado beso.

Prendido a ti dejé el labio poseso

del fuego deslumbrado al resplandor.

 

El deseo constante desde entonces

me recorre la piel y desvelado

me encuentra la noche en travesías

 

buscando tu sabor a ver si entonces

te quedas de una vez sólo a mi lado

y sosiegas por fin las ansias mías.

 

 

 


La nostalgia

 

Hambriento  de tus manos  te esperaba,

el horizonte ardía en los abrojos.     

Con su grito de luz de ángeles rojos

a mi pecho de llamas irisaba.

 

Constelación de pájaros trazaba

un  vuelo entrecruzado en nuestros ojos.

Encendido raudal en mis antojos

dormidos  tu presencia desataba.

 

Después sólo en las ascuas me quedaba

un contorno impreciso de tus ojos.

El horizonte gris hecho ceniza

 

en las palmas desnudas me restaba.

Tu ausencia palpitando en los despojos,

dolor que ningún beso cauteriza.

 

 

 

 

 


El abrazo

 

En la quietud camino soledades

a donde las palabras no han nacido

voy,  tras su timbre apenas presentido

voy,  tras su aire apretado de verdades.

 

Te busco en ese espacio sin edades

en el tibio calor de un sol caído

dilatando mis poros, ya vencido,

esperando que llenes oquedades.

 

El silencio se preña de ti, río

de agua clara que besas mis orillas

creciéndome en el pecho incontenible

 

Tu me seduces quedamente y río,

destrancadas del alma las presillas,

ciñéndome a tu abrazo irresistible.

 

 

 

 

Caazapá

 

Un hechizo imposible de exorcismos

incrustado en mis quedos huesos arde

y en el incendio verde de la tarde

atrae hacia mis ojos espejismos.

 

En piraguas de antiguos paroxismos

en tajamar y arroyo sin alarde

naufrago en Bolaños  a la tarde,

aguas de cauce raro en mimetismos.

 

Cuenco para las venas derramadas

en el quejido azul de inquieta madre

pariéndome varón, alunecida.

 

Atravesando todas mis camadas

a pie en calle de pasto, mi compadre

pombero gris, Caazapa, me anida.

 

 

 

 

Morir en mayo

 

En la ciudad quieta

el portento de una multitud ausente

atraviesa las calles vacías.

 

Un silencio incontenible

inunda mayo

a voz en cuello.

 

El viento ensaya caminos

en los ojos,

en las manos inermes.

Se derrama de los labios

a borbotones.

 

Ráfaga absurda.

 

 

En memoria de Sebastian Larrosa,

asesinado en mayo de 1994.

 

 

 

 

 

 


 

 

 “que toda la vida es sueño

y los sueños, sueños son”

Calderón de la barca.

 

 

 

 

Río de sueño.

 

Negar los ojos.

 

Bucear

a la deriva de mi desnudez.

 

Nadar

hacia la orilla imposible

de unos labios.

 

Bogar

hasta el hastío

en el espejo roto del crepúsculo.

 

Naufragar

en laberintos azabaches,

gargantas de la noche.

 

Encallar

en la arena

de mis párpados abiertos.

Cada día.

 

Playa del desamparo

y del asombro.

 

 

 

 

 

SIEMPRE ES AHORA

 

 

 

Nostalgia del futuro,

 

del útero de Dios.

 

 

 

 

 

 

 


 

Asunción

 

En cada esquina sudorosa de enero

el río guiña sus hoyuelos de agua,

insinuando su cuerpo rumoroso.

Me deslizo fascinado hacia su regazo muelle,

atravieso la selva jadeante  de la plaza.

Quiero hacer agua en la ribera de sus ojos,

bañar mis apetencias

en la playa susurrante de sus labios.

Ya sin absolución posible

desbarranco en la bahía

la incontinencia de mis deseos.

Yazgo en un lecho de camalotes

a la deriva de la tarde.

Un enjambre de niños,

limpia los cristales

de mis ojos desorbitados.

No tendré con que pagarles.

 

 

 

 

Crepúsculo

 

La desnudez primera

en el abrazo del silencio.

plenitud serena

en la tarde de alelíes.

Recuesto mis ansias

dormidas a su cuidado.

 

 


 

Entierro

 

Solo una cruz de madera

vestida de blanco paño,

para resignar en paz

la premura de mis poros

cuando todos se hayan ido.

Y la tierra sobre mi.

El pasto.

La quietud remansada de la brisa.

De mi carne

rendida a las cenizas

se alumbrarán los ojos

en el regazo de la luz.

 

 

 


 

Contraluz

 

Bandadas de mariposas

arropadas de sueño

revolotean mi delirio

de cavernas amarillas.

Su albedrío de navío pirata

surca sin anclas el caleidoscopio

curubicado en las sábanas.

Con la brisa primera,

cuando el albor de las palomas

hace nido en la vigilia de las pestañas,

abandonan el alero temeroso

de mi cuerpo en desbandada.

 

 

 


 

Senderos de lluvia

 

Ojalá el plañido azul

de los cristales

apague el rescoldo de la desazón,

unja las manos crispadas

y redescubra el cauce del color

en los ojos anegados.

 

Ojalá habiten los poros

un tiempo de húmeda hiedra

y se transfunda en los huesos

el vaho pacífico del pan caliente.

 

Ojalá sufra la noche

un nuevo parto

y el rocío descubra

la ternura de los pétalos

en las mejillas del alba.

 

 


 

Trinos cotidianos

 

Vienen los gorriones,

agoreros de la siesta,

duendes de entre casa.

Vienen irisadas plumas

en cabalgata de nubes,

hendiendo el viento

con puñales en alas,

manando a borbotones

los pechos heridos de sol.

Vienen alborotando las ramas,

saltimbanquis ebrios de luz.

Vienen...

y nadie en todo el contorno

se da por aludido.

 

 


 

Lluvia,

 lluvia  mansa,

alivio para el que descansa,

para el que siembra bonanza,

para el cañero

cruz de vidrio

sobre el pértigo

de su desesperanza”

 

Ramiro Domínguez.

 

 

 

 

 

Tarde tierna

 

En un recodo de la lluvia

la piel bebe su manso sosiego,

ventana abierta de la tarde.

La música adormecida

recuesta sus acordes entrelazados

en la media luz de las manos.

El murmullo de la sangre

arrulla una tórtola

en el nido de mi pecho.

 

 

 


 

Despedida

 

Un árbol seco

germina inevitable

a contraluz de la tarde,

en cuanto pierdo tu figura

en el trajín afiebrado de la calle.

El día está herido de muerte.

Una garra de recuerdos

oprime la garganta

de las nubes ensangrentadas.

La nostalgia embriagada

yace en la vereda solitaria

abandonada a su suerte.

 

 

 

 

 

Madre

 

Tu nombre pasea

su aroma de mandioca

en un patio de alelíes,

se expande en los manteles

mullidos del pan,

crece en los corredores

florecidos de planteras,

mece sueños de abril

en los sillones del ocaso,

en la añoranza del regazo.

Ahora que me lates

desde el caudal antiguo

de la sangre,

cuéntame

qué constelaciones

heridas de fuego

anclaron en tu orilla sedienta...

Dime qué lucero esquivo

transitó las olas

de tus venas agitadas

para traerme a este puerto

de arena...

Ríndeme al misterio

en el nicho de tus manos,

en la orfandad de tus ojos,

brocal de tupidos culantrillos.

 

 

 

 

 


 

Tarde de lluvia

 

No se qué tienes hoy

tarde recién llovida.

Un silencio húmedo

quieto en tus hojas.

Un aire manso y fresco

requiebra tu rostro

con un dejo de melancolía.

No se qué cosas reviven en mí

cuando te siento cerca.

Vagarosas nubes arrullan

el secreto de los retoños,

entre tus manos calladas.

No se qué tienes hoy

tarde recién llovida

que me gustas tanto.

 

 

 


 

Partir en noviembre

A José Luís Appleyard.

 

Las ciruelas aún están verdes

y me tengo que ir.

La nostalgia de su pulpa agridulce

madurará entre mis dientes,

el rubor ausente de sus mejillas

entre la caricia de mis manos...

¿Por qué no me basta

la grávida promesa

de los gajos repletos

curvados hacia el suelo?

Ay niño, si tan solo pudiera

anticipar tu aroma de leche

en mi pecho henchido

de la flor de coco,

antes de partir...

Ay diciembre sin mí.

Todo está verde esperándote,

el choclo y las uvas,

los mangos y el pacurí...

Pero, es noviembre

y me tengo que ir,

inmerecido de tus frutos,

despojado de la madurez

de una cosecha que no me pertenece.

 

 

 

 

 


 

Misiones

 

Los campos misioneros

duermen inmensos,

interminables horizontes

de latifundio y pena.

Callados y solemnes

en sus llanuras abiertas

de casuales mugidos,

de cruces solitarias

en el ancho camino.

Las alambradas impunes

se reparten la quietud,

limitan la soledad

y recortan los senderos.

De loma a loma

engaña el tero

a los viandantes escasos.

Los arrieros habitantes

de estos valles taciturnos

de duras manos curtidas

a puro estirón de lazo,

tienen los ojos profundos

resistiendo a la indigencia.

El corazón de tierra roja

esperando que la sangre

rompa su cauce a torrentes,

que venga un nuevo aluvión

galopando sin potreros,

alborotando a su paso

el vuelo de garzas blancas

dormidas hace mil años.

 

 

 


 

¡ Quién como él !

 

 

A orillas del sol en llamas

bebe el arcángel Miguel

el agua del río y su sal

en la palma de la mano.

 

La siesta de blancos aleros

en plegaria callada de lana,

reclama en balido de cordero,

su aleteo febril de talco y luna.

 

Rebelde a las leyes del mal

Miguel ¿Quién como El?

afila en su lengua un puñal

en la piedra angular de la palabra.

 

A lomo de un corcel de plata,

al galope en la calleja colonial

con su látigo azul de estrellas,

aleja maleficios del valle de cal.

 

Y en la loma cálida de la plaza,

en vigilancia fiel de su pueblo,

deletrea la luz de salmos y letanías

en coro de angelitos con luminarias.

 

 

 

 

 

La carne

DEL VERBO

 

 

 

 

 

Baño María

 

En gárgaras de agua clara: - “Hágase”, la boca

 

se baña.

 

 

El vientre cuna preñado de brisa,

 

se baña.

 

 

El pecho de blanda leche,

 

se baña.

 

 

El muslo regazo de musgo,

 

se baña.

 

 

La mano vapor de nube

 

se baña.

 

 

Abrasada en éxtasis de luz

 

María se baña.

 

 

 

 

 


 

Ave María posmoderno

 

En el silencio de la noche

la Virgen del Perpetuo Socorro

y el rock pesado

en la pieza de mi hermano.

Mujeres en la pared desnuda

y un póster de Snoopy.

Enormes ojos bizantinos

auscultándome en la noche.

Ronronea la heladera,

Dios te salve María.

Artesanía popular en la repisa

cantaritos y gallinitas,

Dostoievsky y El Principito

y el rock pesado

en la pieza de mi hermano.

Materna sonrisa en la noche,

niño apretado a su pecho,

me contempla serena.

Mis dedos en sus manos,

las yemas en las cuentas,

Santa María madre de Dios.

Entretanto duerme mi gente

su sueño de mujeres desnudas,

Snoopy,

cantaritos y gallinitas,

Dostoievsky y el Principito.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

Ave María de entrecasa

 

Dios te salve mamita

che korasö sä

Ñandejára está contigo.

Chúlina vos

entre todas las mujeres,

mitä ne poräva

es el fruto de tu vientre,

Jesús.

Santa María che symi

rogákena por nosotros

los fayutos,

ahora

y cuando llegue

nuestro ára paha.

Amén.


 

Playa de río.

 

 

En la tierra sin mar

 

la nostalgia del mar,

 

de la tierra sin mal.

 

Oleaje incesante acarreando

 

a mi orilla insondable

 

naufragios incontables,

 

despojos de mí mismo.

 

Laberinto de aguas  desatinadas,

 

inmensidad abierta del misterio

 

mojándome el alma desnuda.

 

 

 

 

 

 

 

 


 

Paraíso sin inocencia

 

En la soledad devastada del Edén

la carne desnuda gime,

el barro palpitante

escurre su orfandad entre los dedos.

 

Extinguida la memoria de los nombres,

en la vorágine del caos primitivo,

aguarda el toque primero de las manos,

el soplo del aliento original.

 

A la hora de la brisa de la tarde

el deseo arde en los tuétanos,

como fruto maduro en los labios,

incita a probar el bien y el mal,

el verbo destilado de Su boca.

 

 

 

 

 

 

 


 

Siempre ahora

 

No hay otra vía,

ni otro día.

Ahora es siempre

y siempre es ahora.

Siempre yo aquí,

sin arriba ni abajo,

sin delante ni atrás.

Yo, planeta orbitado de vos,

él, nosotros, ustedes, ellos

en círculos concéntricos.

Yo sin ser otro,

después vos y él,

nosotros, ustedes, ellos

a un tiempo,

sin apearnos.

Yo en tu órbita

con ustedes y ellos

a un tiempo

sin bajar la mirada.

Yo antes-ahora-después

a un tiempo,

universo en constante expansión

en circunvoluciones sin cuento,

siempre aquí,

desde antes,

hasta ahora.

 

 

 

 


 

Matemática nacional.

 

Dos más dos es anaranjado.

El presupuesto de defensa

contra el presupuesto de educación.

 

Niños de la calle,

objetores de la escuela-fábrica

de seres útiles

a la sociedad in-util

para ellos.

 

 

 

 

 

 

 


 

Como si nada.

 

Puntual y entero,

bañado en lluvia de sol,

esquinero de parralera

de un patio a la siesta.

Cuando el día jadea

y amenaza derretirse,

sin ceder su espacio

ni su soporte callado

a la parra preñada de verano,

entrega su presencia

a mi recostado deleite,

despreocupado,

como sin pretenderlo

plantado en su maciza quietud,

sostiene mi abandono

al abrazo de la brisa.

 

 


 

Para romper el muro

 

Mírame

y ven junto a mí.

Toma mis manos duras

entre las tuyas,

aleja de ellas la soledad.

Desata lentamente los nudos

de mi corazón arisco,

acaricia las cicatrices

de mis  miedos a flor de piel.

Háblame mientras vamos de camino,

dime que hay Dios

que los hombres son hermanos...

Recupérame el amor

y la alegría que me han robado.

 

 

 

 


 

Mate

 

Antes de que las nubes

se abrasen de sol,

sobre el brocal de la guampa

la neblina sube

del tajamar de camalotes,

el zumo de la selva sube

en la roldana de la bombilla,

borbollones cantarines

de arroyo entre las piedras,

se derrama aguas abajo

y remansa su milagro

en un recodo de las entrañas.

Las niñas traviesas

se encienden en los ojos,

se dilatan de ganas las pupilas.

Arde entre las palmas

el cuerno colosal

del toro milenario,

embiste una y otra vez

la fronda del pecho

florecido del lapacho

Lucero

 

Un lucero imposible

vela mis sueños

despierta conmigo al alba,

enciende mis ojos,

estremece mis pupilas

y me deja con las ganas

abrasándome en su luz.

Lucero inasible

que persigo hasta el delirio

con el ansia perenne

de no dejarlo escapar.

Un lucero claro

me recorre la sangre

y alimenta la frágil desnudez

de la esperanza

que habita mi cuerpo.


 

“Yvy oiko’eÿre,

pytü yma mbytére,

mba’e jekuaa’eÿre,

ayvu rapytarä i oguerojera,

ogueroyvára Ñamandu Ru Ete tenondegua”

 

 

 

 

Ayvu Rapyta

Textos míticos de los Mbyá-Guaraní del Guairá.

Capítulo II.

 

 

 

 

 Tove toky

 

Tove toky

tove tou ama

tojovahéi kuarahy

taipiro’y che py’a.

 

Tove toky

tove togue mbyry’ái

arai topurahéi

yvaga topukavy.

 

Tove toky

tachemyaky pe ama

tombogue mba’e mbyasy

tosyry vy’a pave.

 

Tove toky

tojahu kóga ra’y

esperansa taheñói

tamboy’u che korasö.

Rosa poty jera.

 

Che poty kurúpe

cheretü rire

ajera nde rovake,

aipyso ha amyasäi

che roky pytängy

ne renondépe.

Ysapy che mbojegua,

che ryakuävu rei

reipo'óvo che korasö,

rosa poty jeráicha

nde pópe cheñongatu,

Upépente apytase.

 

 

 

 


 

Che rekove sä

 

Nde rejesareko asyva

cherekove säre,

tuicha che rayhúgui

reikóva chereheve,

opáicha reha'ä

chemboguata

ha che sambyhy.

 

Che katu che rari

apyvoi ha amburea,

ajetyvyro,

ñúre ajeheka.

Ndehegui cheresaite.

 

Amo, kane'ögui,

py'a tarovágui,

korasö rasy, vy'a'ÿgui,

che pópe ichalái

che rekove sä.

 

Péinako ajere

kurusu rovái añepomoï,

ajesareko.

Ha che aimo'ä'ÿgui

yvága rokë ikatúneha

chéve ijuruvyntejepe,

Ndete voi ahecha

emopa'üka nde pyti'a

ipype aike haguä.

 

Upépe che jura,

ha che añeme'ë,

añemosä nde ku'áre mitäicha

ha ne kuäre añesambyhy,

asyry nde rire

mamo reiko hárupi,

ha hi'änte chéve nde pópe

che rekove sä ijapyra ahecha.

 

 

 

 

 


 

kay'u

 

Kuarahy ombojepe'e mboyve arai,

ykua ka'aguy rembe'yre

 y uhéi ambopyko'ë.

Otimbo che rováre cerrasón.

Ka'aguy ru'itï  rykue ochororo,

oipyguara kerasy raity.

Toro ratï ombeti che pyti'a

che po jováipe ajapyhyvo,

che rupi, chembovevúi.

Tajy pytä poty ru'äme

añeñandu aguapy ajesareko.

 

 



Kusugue

 

Nde resa rendy

vokointe cheresapéva,

tataindy nichomíme guáicha

remyendy vaekue ipaha,

ipojaise vaekue yvytúre

pe nde ratami opakuévo.

Pavílo rembyre ojepotáva,

ne äga hykupa mboyve,

ndogueséigui opiriri,

ojetyvyro ha oryryi.

Amo nde resa ruguápe

añapymi ipaha

ne ñe'ä oguévo,

ne äho, norohuguaitïvéi.

Tatatï sakä iñapopëva opu'ä

omyasäi kotypyre hyakuä

oiko'ö ñembyasy ryru.

Che resa kambuchi hyku,

ojerávo che pópe nde po.

Pavílo pague oñenóva hykuerépe,

nde retemi ikävo, che angapyhy.

Che py'a susü

añandúvo yvytu vevúi

-anhelíto pepo perere-

nde pe'áva che hegui,

oipeju.


 

Mbokaja poty.

 

Mbokaja poty kuarahy rajy

ne ryakuä asyva pyharepyte

pe jasy ra'y ndaje neretüvo

oipe’a hatïme nde ahojami.

 

Neretü luséro ko'ëti jave

ipy'a renyhë ndaijái ipype,

mba'épa oiméne he'i umi mbyjápe

yvytu pepóre hyakuävu rei.

 

Kuarahy opu'ävo omyendy hata

omyesakämba ñu ha ka'aguy

ojupi itinguáre hyakuä asyva

ipoty jeráva mbokaja poty.

 

Ajéiko ijuky ko che rajymi

he'i ohechávo oromi apesä

avápa oimo'äne ñuatï pa'üme

yvoty iporäva peichagua ojera.

 

Péina oguahëma la níño ára

he'i angel kuéra pastórpe moköi

mba'épa peje he'i lo pastóre

jarahána kóva óro rekovia.

 

Ha upevovénte umi angelito

mbokaja potyrema ipojái

oguahë hikuái Tupasy rendápe

Señor San Hósema katu ovy'a.

 

Omoï la isy hupami ykére

oañua haguaicha hyakuäme ichupe

ja opurahéima lo serafine

torore rore tokénte mitä.

 

Nde niko pe tataindy

rejajáiva ne renondépe

remyesakä hagua che róva

remyendy che pype kyre’ÿ

Upéicha nga'u che ave,

akái, ajepota nde rovake

nde rehehápe, apápeve.

 


 

 

 

Vierne de dolore.

Estacionéro purahéi.

 

1ª estación:

Tamombe’umi peëme

ohasavaekue ko’ápe

en el víerne de dolóre

anianga oiko tesarái

en el vierne de dolóre.

 

Okañyvo kuarahy

oupa umi asesino

upe víerne ka'arúpe

huventu ha campesino

ja oïma condenado.

 

2ª estación:

 

Oinupä ha omyatatï

vombapúpe omuña

añanguéra rembiguái

lo mitä ndo kyhyjéi

ohupi la ikurusu.

 

3ª estación:

 

Mbokapúpe ojejapi

pe yvyre opoñy

Satana rembiapokue

osyryma pe tuguy

opu'ä mbeguekatu.

 

4ª estación:

 

Ma'emína che membype

ohayhúgui hapichápe

peichate peve osufri

sin consuelo ojahe'o

isymi dekonsolada.

 

5ª estación:

 

Ha'eño ndaipu'akáigui

ja ouma ohuguaitïvo

ichupe umi campesino

ohupívo hendive

ñane retä kurusu

 

6ª estación:

 

Osyryva  pe hováre

pe huguy ha hy'aikue

heindymi oñemboja

omokä ha omopotï

ombogue hemimbyasy

 

7ª estación:

 

Ho'avéma ojejapíva

ipohyi la kurusu

ndaikatúi ñañentrega

ñapu'äke ha jaha

ñaguahene katuete.

 

8ª estación:

 

Ivaivévo ñorairö

ja oïma ogueviséva

ha upépe lo mitä

hatäve osapukái

anianga jakyhyje.

 

9ª estación:

 

Oïvema la ho'áva

vombapu ndo pytu'úi

ipa'üme ipu mboka

huventu juka hare

okañyva pytumbype.

 

10ª estación:

 

Ja oúma tánke kuéra

ohasa hagua hi'ári

ohundi ha ojukávo

sin defensa ojeheja

okañy la policía.

 

11ª estación:

 

Oupáma umi moñái

ojukávo hapichápe

ojahu hagua huguype

aichejáranga ndaipóri

omyendyvo pe hata.

 

12ª estación:

 

Omano mitä roky

reiete ojejuka

iñañáva tapicha

ombokua pe ikorasö

por la Patria tan querida.

 

13ª estación:

 

Ome'ë hekovemi

ohayhúgui Paraguái

hetaite mitä rusu

ombyasyma isykuéra

ohechávo he'öngue

 

14ª estación:

 

Ikora oñesü joa

lo mitä hasë soro

sementériope ko'ëvo

kampanapu ojahe'o

iñirünguére omanóva.

 

15ª estación:

 

Kuarahy iñapysëvo

hesakäma ore rape

ojajái ore ndive

como lucero del alba

ore irünguéra oikove.

 

 

          31 de marzo de 1999.

 

 


 

SUEÑO DE MARZO

 

Mamá

no me despiertes en marzo.

No quiero ir a la plaza,

tengo miedo de oír los discursos

de los que escribieron mentiras

en las paredes blancas

con la sangre de mis hermanos.

No escuché tus razones

cuando no querías dejarme ir a la plaza,

cuando habían noticias de heridos

y amenazas de masacre.

Yo no me detuve ante tus miedos

y corrí delante de los caballos de la policía,

me mojé ante los carros hidrantes,

junté piedras en las barricadas,

llevé agua al frente de batalla,

ayudé a cargar a los muchachos heridos,

tragué el humo sofocante de las bombas

y de los gases lacrimógenos,

sentí zumbar las balas,

grité como loco la huida de los asesinos,

canté Patria querida con el corazón en la garganta

y lloré como un niño la muerte de mis compañeros.

Pero ahora mamá

quiero dormir y soñar,

ver a Cristobal, Armando y Tomás,

a Miki, Henry, Manfred y David

corriendo sin camisa

mojados y sudorosos,

quiero ver a mis héroes

como llamas de coraje incandescente

desafiando a la tormenta,

como cometas abriéndose paso entre las tinieblas

desplegando su estela luminosa.

No quiero que me despiertes

para cruzar la plaza

y solo persignarme ante cruces vacías,

me duele la herida de marzo,

todavía me desangro por ella

y no tendré cara

para ver esa esquina nuevamente

sin morir de vergüenza

de lo que hicieron con su sangre.

Dejame soñar mamá,

no insistas por compasión.

Quiero morir todo este marzo,

adentrarme en la pesadilla

del viernes de dolores

en nuestra vida desgarrada,

tal vez así pueda resucitar

el Domingo de Pascua

con una palma en la mano

y sueños nuevos en el pecho.

Quiero soñarte nueva mamá,

madre patria,

Matria.

Alberto Luna, SJ.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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