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CARLOS R. ANDRADA
02 de Marzo de 1903
 
CARLOS R. ANDRADA


Datos biográficos:

CARLOS R. ANDRADA : Hijo de Marciana Andrada, nació en Asunción en 1903; descendiente del Dr. Natalicio Frutos. Hizo el bachillerato en el Colegio de San José y egresó de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales. Fue docente, magistrado insobornable y esencialmente periodista. Integró el selecto grupo de intelectuales sin militancia política activa, cuyo vocero era EL TIEMPO. Este, tal vez el periódico más denso y combativo  del presente siglo, bajo la dirección del Dr. Andrada, desarrolló una activa campaña contra el gobierno del general Estigarribia, embanderado en el Partido Liberal en la conducción política del país.

Apresado, el Dr. Andrada dirigió una memorable carta abierta al general Estigarribia, que publicó EL TIEMPO y motivó su clausura, el 8 de febrero de 1940, y la deportación del Dr. Andrada. Esa carta y otras, sus editoriales y artículos que mantuvieron en ascuas al gobierno, revelan su valor cívico y altivez y su quemante pluma: Años más tarde, desde las páginas del semanario católico COMUNIDAD, el Dr. Andrada hizo medulosas críticas al notable Anteproyecto de Código Civil, del Prof. De Gásperi.

A la muerte del general Estigarribia, los tiempistas ocuparon posiciones de ponderación en el gobierno del general Higinio Morínigo; el Dr. Andrada desempeñó por algún tiempo el Ministerio del Interior. Falleció en 1982. Casado con Carmen María Teresa Nogués, son su hijos: Fernando, Luís M. y Raúl Andrada Nogués. "General: Algo más grande de mi voluntad, la voz inflexible del deber, me impulsa a escribiros esta carta. No mueven mi pluma la pasión política, el odio; ni el deseo de venganza. Pero siento que no puedo ni debo rehuir ese mandato imperioso de mi conciencia, que hoy me erige, no obstante mi pequeñez y mi debilidad, frente a frente de vuestro poder y de vuestra fuerza. Y lo voy a cumplir, aunque tuviera que pasar en esta prisión injusta el resto de mis días. General: cuando retornasteis del exilio y el fervor del pueblo se desbordó para recibiros con una verdadera apoteosis, muchos creímos que el dedo de DIOS os señalaba claramente como al Reconstructor de la Patria que anhelábamos, y que así como habíais salvado al Paraguay en la guerra con vuestra espada victoriosa, la salvaríais de nuevo en la paz con vuestra actuación de gobernante... La víspera de vuestro viaje a los Estados Unidos, me visitasteis en mi casa y aún resuenan en mis oídos vuestras palabras: "Algunos liberales quieren propiciar mi candidatura para la presidencia de la República, pero les he contestado con una rotunda negativa, pues ello significaría que yo me abanderizo en sus filas...

...Y cuando luego el Partido Liberal se decidió, muy a pesar suyo, a proclamar vuestra candidatura, nos llamasteis para recabar nuestra modesta opinión. Os la dimos, sincera y sin reservas, en sentido negativo, por muchas razones obvias, que reprodujimos ampliamente en varios editoriales de El Tiempo... Y pasaron otros meses, General, y asumisteis el mando. Nosotros, fieles siempre a nuestro, ideal, publicamos de nuevo El Tiempo para continuar difundiendo nuestra doctrina, la misma que habíais dicho compartir enteramente, pero de la cual ya comenzabais a renegar en discursos y programas...

General: no os puedo perdonar vuestra claudicación sin paralelos; no en cuanto ella me afecta personalmente, pues con esta prisión que ahora sufro me honráis infinitamente más que cuando visitasteis mi pobre morada y porque la lógica de las cosas exige que cuando los delincuentes gobiernan (vos tenéis uno en vuestro gabinete, las personas honradas vayan a la cárcel)... No os niego mi perdón por esta "recompensa" que me otorgáis, que es la más bella a que podría haber aspirado y cuyo recuerdo legaré a mis hijos, con legítimo orgullo, como la más alta ejecutoria de mi vida. No, General, no es por esto por lo que no os puedo perdonar. Es por vos mismo; es por vuestra gloria que así mancilláis; es por vuestro magnífico destino, que así torcéis; es por ese purísimo ideal nacionalista, que así defraudáis; es por la patria, triste y lacerada, que así habéis olvidado para defender las conveniencias mezquinas de una banda tenebrosa y voraz, única responsable de su infortunio inmerecido, de su miseria sin nombre, de su servidumbre infinita".

El pueblo tampoco os podrá perdonar. Vos que fuisteis escogido por DIOS para salvar al Paraguay en el fragor de las batallas, lo estáis matando lentamente en las labores de la paz! Vos que pudisteis ser el INICIADOR admirable de la NUEVA EDAD de Reconstrucción Nacional, sois apenas el cómplice de un absurdo intento de recomenzar el ciclo oprobioso cerrado con la Epopeya del Chaco!.

General: la justicia de la historia, como la de DIOS, es a veces tardía pero insobornable y fatal. Aquella no se ocupa de los pequeños como yo... pero tendrá que ocuparse de vos, que habéis llenado con los resplandores de la victoria un capítulo entero de nuestra vida. Temed entonces que su fallo inapelable llegue a apagar por completo ese nimbo de gloria que os rodea! Temed que su juicio severo tenga más en cuenta vuestros desaciertos de gobernante que vuestro triunfo de soldado!.

Acaso pensaréis (o pensarán otros de seguro) que yo no soy nadie para negaros mi perdón ni para tener la osadía de escribiros en este tono, siendo vos un General famoso, de genio militar, Presidente de la República, y yo un simple ciudadano, de nombre obscuro, sin brillo ni investidura alguna. Si pensaran así, les replicaría tan solo: el firmante de esta carta es un hombre honrado que nunca ha mentido..." (CR Andrada; de la Carta al general Estigarribia).

Fuente: BREVE HISTORIA DE GRANDES HOMBRES. Obra de LUIS G. BENÍTEZ. Ilustraciones de LUIS MENDOZA, RAÚL BECKELMANN, MIRIAM LEZCANO, SATURNINO SOTELO, PEDRO ARMOA. Industrial Gráfica Comuneros, Asunción – Paraguay. 1986 (390 páginas)



CARLOS R. ANDRADA : Poeta y prosador de estilo propio. Nacido en la Asunción, en 1903, fue educado en el Colegio de San José.

Es un espíritu hermético, apasionado y fuerte. Melancólico por temperamento, es de los hombres que en el verso lloran y en la prosa vibran. Completó sus estudios de abogado en tres años y partió para Europa. Recorrió pueblos y ciudades. Estudió, meditó y soñó. El viejo mundo subyugó su alma. Regresó a la Asunción enfermo de tristeza.

En 1923 fundó y redactó  Juventud y después colaboró en  Alas. De aquel tiempo son sus poesías intituladas Mujercita Fea y  Quiero Forjar un Verso.

Durante la guerra estuvo en el Chaco como miembro de los tribunales militares. En 1936 sufrió su primer destierro. En el exilio se hizo político.

Luego de su regreso al país, retornó al periodismo. Dirigió  El Tiempo, en 1939. Durante su permanencia en este diario cultivó la ironía y probó sus garras de panfletario. Su prosa apareció entonces tersa, quemante, caudalosa y muy pigmentada de castellanismos. Se ve, a través de ella, que tiene el espíritu azotado por pasiones vehementes y la influencia indudable de Baltasar Gracián.

Más tarde, en 1941, ejerció las funciones de ministro del interior en la dictadura de Higinio Morínigo M. y se tornó doctrinario de un sector corporativista.

Dice su poesía:


QUIERO FORJAR UN VERSO


Quiero forjar un verso sentimental; eterno

como el dolor y el bronce; como tus ojos, tierno...


dulce cual tu sonrisa pensativa, ¡oh, mi Amada!

¡un verso hecho de ti, de amor y de alborada!


Quiero forjar un verso...; en el ansia infinita

que de mi vida todos los instantes agita,


que llena de amarguras mi juventud señera

y consume mis días en inútil espera...


– en la trémula espera del momento divino

que llene de cantares mi lóbrego camino...–


Quiero forjar un verso hecho de nieve, espuma

y sollozar de olas entre la noche bruna,


y cristalino y puro cual gota de rocío,

y triste, bello y casto, como tu amor y el mío...!


Con la música leve de un cantar extraño

que acaricia el alma, de un tiempo lejano,


– en ese atardecer que no se olvida nunca

porque fue amargo, como una esperanza trunca...–


Un verso todo lleno de luz y de dulzura,

de armonioso silencio, de paz y de ternura...


donde volcar enteros mi espíritu y mi carne,

donde todos mis sueños rutilantes encarne,


y mostrar, fibra a fibra, mi corazón tan triste

con una nota nueva de emoción que aún existe.


Quiero forjar un verso todo ritmo, armonía,

como la voz ¡oh, Amada! con que te rezo: "¡mía!"...


Y que haga sonreír melancólicamente,

o haga llorar muy dulce y silenciosamente


a alguna virgen bella, después que yo haya muerto,

al recordar piadosa en mi destino incierto...


Quiero forjar un verso...; es la angustia secreta

que llenó de amarguras mis sueños de poeta,


un anhelo infinito que consume mi vida,

una esperanza eterna... pero siempre fallida...


Y llegará la muerte inevitablemente

– ¡y acaso está muy cerca con su paso invisible! –


Y no habré escrito nunca ese verso doliente

que ha llenado mi vida de un anhelo imposible...

Fuente: HISTORIA DE LAS LETRAS PARAGUAYAS – TOMO III. Por CARLOS R. CENTURIÓN. ÉPOCA AUTONÓMICA. EDITORIAL AYACUCHO S.R.L.. BUENOS AIRES-ARGENTINA (1951), 500 pp. – Versión digital en: BIBLIOTECA VIRTUAL DEL PARAGUAY (BVP)





 

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